La oportunidad de ser humanos: reflexiones sobre la Inteligencia Artificial en la edición académica

11/04/2023Alejandro Fernández Diego

La Inteligencia Artificial (IA) está en el centro de todas las conversaciones sobre tecnología. ¿Afectará finalmente al sector editorial? ¿Qué acciones serán reemplazadas por máquinas? ¿Estamos realmente ante la sublevación de la IA? Alejandro Fernández Diego participa en este debate y nos ayuda a ver la Inteligencia Artificial como una herramienta.
La oportunidad de ser humanos: reflexiones sobre la Inteligencia Artificial en la edición académica
Fotografía de Elektro (1939), el primer robot de la historia. Elektro fue un símbolo de desarrollo tecnológico. Era capaz de hablar: almacenaba alrededor de 700 palabras utilizando un reproductor de disco. Fotografía extraída del blog todoelectronica.com

Pues parece que el genio ya está fuera, como decía Javier López. Se apagó la conversación sobre los NFT’s, sobre el blockchain, ¿sobre el metaverso? y, desde hace medio año, la Inteligencia Artificial (IA) es el tema tech constante en cualquier debate profesional.

La cuestión es que la IA se presta a partes iguales al asombro y a mucha especulación morbosa acerca de, entre otras, las máquinas cobrando conciencia y levantándose contra sus creadores.

Hasta Elon Musk se despertaba hace unas semanas con angustia existencial por la IA.

Sin descartar del todo cualquier posibilidad tras el 2020 (y tras la amenaza de muerte que le lanzó el mes pasado Sidney/Bing al filósofo de la IA Seth Lazar), en Unelibros blog vamos a generar más ruido sobre este tema para proponer un breve estado de la cuestión de la IA en el sector editorial y algunas conclusiones un tanto pasajeras, dada la velocidad con que está sucediendo todo en torno a esta tecnología.

¿Qué está ocurriendo con la IA?

Vaya por delante que no soy un especialista ni en IA, machine learning o data science, y que el presente texto está motivado más por la curiosidad y por el deseo de compartir el paisaje que por otra cosa. Realmente, uno tiene la sensación de estar asistiendo al nacimiento de una nueva dimensión de internet, en esta ocasión realmente revolucionaria para el usuario común, desde que en el 2007 aparecieron el iPhone y las redes sociales.

En cuestión de meses, y como decía arriba, ya estamos cuestionando el fin del trabajo humano e incluso un escenario en el que la relevancia de los humanos desaparece del planeta y nuestra creación reorganiza el mundo.

La fecha del primer trueno verdaderamente audible para la audiencia popular (entre la que me incluyo) fue julio de 2022. Ese día saltó la noticia de que un ingeniero de Google era despedido al afirmar él mismo que la IA que estaban construyendo tenía una conciencia sintiente. La historia llenó parte del vacío veraniego de 2022 mientras las soluciones de generación de contenido como Midjourney, Dall.e o Stable Diffusion, propagándose con rapidez en la oscuridad del escenario, empezaban a tomar tracción entre los usuarios de internet.

Desde entonces y hasta el pasado 14 de marzo de 2023, en el que se ha publicado la nueva versión del Chat GPT-4, ha pasado una eternidad. ¿Por qué? Porque esta nueva versión de la popular herramienta de Openai ya es capaz de programar videojuegos, construir código con una velocidad inverosímil y afinar el contenido SEO con una puntería y una naturalidad desconocidas.

Y lo que llama la atención es la velocidad con la que sus creadores están consiguiendo evolucionar las funcionalidades de la máquina en cuestión de semanas.

Un panorama confuso

Pero demos dos pasos hacia atrás para tomar perspectiva.

Quizá lo que esté llamando más a confusión y especulación en este momento sea la interacción de la máquina con nosotros en un lenguaje semánticamente estructurado.

Casi… ¿humano?

Los usuarios preguntamos (con un prompt textual) y la máquina establece una conversación con nosotros.

Si hace años el meme de Scooby Doo sobre la IA era motivo de chiste y la solvencia de algunas soluciones de IA (o de data science y machine learning, más bien) no estaban muy afinadas, la apariencia de lo que nos devuelven las máquinas actualmente, sin ser Hal 9000, desde luego, despiertan en nosotros una reacción realmente sorprendente.

Noam Chomsky recordaba el pasado 8 de marzo en el New York Times que no deberíamos alarmarnos con esta nueva máquina de procesamiento de datos que es ChatGPT. Que no deja de ser otra máquina humana más, y que la llamada «singularidad» está más cerca de nuestra imaginación que de la realidad sensible.

De nuevo, estamos en el debate de apocalípticos e integrados. Pero no solo. Porque la sutileza de estas máquinas reside también en que el aumento paulatino de capacidad de su propio desarrollo les ayuda a construirse a sí mismas. Y a mejorar, con nuestra ayuda y dirección, pero mejoran.

Y vaya si lo hacen.

Algunos ejemplos en el sector editorial

Lancemos algunas ideas y conclusiones para el sector editorial, que probablemente pronto quedarán obsoletas, pero probemos:

  • De momento, en marzo de 2023, no podemos concluir positivamente que la creatividad-singularmente-humana vaya a poder ser sustituida con tecnología. Subrayamos: de momento. Como decía Nick Cave hace poco, escribir algo original no es ser miméticos, ni hacer un pastiche ni una copia, sino todo lo contrario. Este, además, es un tema aparte para debatir a fondo sobre qué es lo diferencial, ahora mismo, en la aportación humana a la generación de nueva creatividad. Pero parece que no se va a reemplazar a nuestros autores por máquinas.
  • Dicho lo cual, y como siempre la norma va detrás de la sociedad, ya ha habido papers en Nature en co-autoría con ChatGPT (spoiler: sale mal) o un aluvión de novelas de ciencia ficción generadas en serie y puestas a la venta rápidamente en Amazon. Sin ir más lejos, el artista Jason Allen ganó el concurso de pintura digital del Estado de Colorado el año pasado con una imagen generada por IA. Y, por qué no, si alguno tiene curiosidad, la página Booksby ofrece un catálogo de novelas generadas por Inteligencia Artificial. De pago, eso sí. Y es que la capacidad que está exhiben Ai’s como Runway GEN-1, que edita vídeo nuevo sobre uno preexistente, es casi inverosímil.
  • Importancia de los metadatos. Este es un tema recurrente en el sector pero que ahora se va a convertir en una cuestión vital, porque muchos de los usos que parece que va a ofrecer la IA parten de tener un dataset bien estructurado. Si los contenidos y los ficheros están bien construidos y etiquetados las máquinas van a poder ayudarnos con una larga serie de tareas. Démosle la importancia que merecen porque, si no, otros lo van a hacer. Un triste ejemplo: el pasado 24 de febrero Meta anunció la publicación de LlaMA, un nuevo LLM (Large Language Model) diseñado, según su propia definición, «para ayudar a los investigadores a avanzar en su trabajo en este subcampo de la IA». Pues bien, se ha descubierto que para alimentar a esa herramienta… se han usado miles de ebooks pirateados. Aquí está la lista. De momento, yo he identificado libros de Cátedra, Martínez Roca, etc. Hay muchos ebooks empleados en esa tarea.
Créditos de imagen: Peter Schoppert
  • Pasando a una dimensión más práctica, es más razonable sospechar que pronto veremos muchas tareas manuales concretas del sector reemplazadas por máquinas. Detallemos algunas que ya existen y se pueden probar:
  1. La plataforma Proofcheck ya ofrece una solución solvente en inglés para corregir pruebas de originales, tanto de trade como académico.
  2. Con respecto a la maquetación, la web Bookalope presenta una herramienta de Saas para maquetar libros, con posibilidad de ofrecer salidas en PDF, ePub, XML y con protocolos de accesibilidad. También empresas como Language Wire tienen soluciones online para hacer TDP (multilingual desktop publishing o edición maquetada multilingüe) con ayuda de herramientas de IA. Veremos qué nuevas plataformas aparecen en los próximos meses para maquetar y autoajustar los textos a diferentes canales de consumo y comercialización.
  3. IA’s para ayudar a la escritura académica. Como decimos arriba, hay un movimiento insólito en el mercado y Springer adquirió el pasado mes de febrero la start-up Toowrite, una solución para ayudar a los autores científicos a redactar papers, tesis doctorales, abstracts y solicitudes de ayuda a la investigación (de momento, en inglés). Una herramienta realmente novedosa que posiciona estratégicamente a la compañía en un lugar de vanguardia.
  4. Peer review. La conversación sobre la carga de revisión por pares de los académicos no es nueva, así como las soluciones tecnológicas a este obstáculo. Lo que sí es nuevo es el debate acerca del uso de IA para revisar artículos. Raxter es un asistente virtual que promete ahorrar tiempo a los revisores mediante IA. ¿Lo conseguirá? Hay especialistas que así lo consideran (si se hace éticamente).
  5. Los derechos de autor. Aunque se lleva debatiendo desde hace tiempo la regulación de derechos en relación con el contenido generado por IA, las últimas noticias al respecto parece que se inclinan por no conceder autoría a los humanos que generan contenido a través de estas herramientas. Pero, igualmente, estamos en el comienzo de la función y no podemos dar nada por hecho. No nos olvidemos de que la IA es una herramienta, y que devuelve un objeto u otro en función de la petición del humano.
  6. Otras soluciones: hace años Jim Bryant ganó vario premios con su compañía Trajectory, la cual, aparte de servir como distribuidor digital, presentaba una interesantísima propuesta que ofrecía recomendaciones de libros a través del propio análisis de los ficheros mediante herramientas de procesamiento del lenguaje natural. La empresa la adquirió Proquest/Clarivate y, si no me equivoco, integraron la solución dentro de alguno de sus otros productos. No obstante, es más que probable que aparezcan pronto soluciones en esta dirección con diferentes usos como, por ejemplo, Librarian.ai, de Legible.

A modo de conclusión

Por último, si hay alguna conclusión general en todo este hype de la IA es que, primero, como comentaba Rodney Brooks, no es la primera ola que ha habido sobre esta tecnología. El concepto técnico lleva instalado en la disciplina varias décadas.

Fuente: Google Ngrams

Segundo, si bien lo anterior es cierto, y que debemos diferenciar el nivel de atención recibido con la realidad del fenómeno, también lo es que el volumen de inversión en IA se ha disparado en los últimos años.

Por otro lado, la velocidad en captar 100 millones de usuarios que ha tenido Chat GPT no tiene precedente. Lo han conseguido en semanas.

Tercero, los seres humanos somos pésimos pronosticadores. Nos encanta hacerlo, pero acertamos muy poco. No hace falta recordar qué era lo que se decía en el sector sobre cómo los libros digitales iban a superar al papel… ¡en 2017! Era la Gran Disrupción según PwC y aquí seguimos, con un escenario digital, pero ni mucho menos parecido a como lo preveía la consultora. Es curioso que nadie previera el escenario actual del acceso abierto, las APC’s y la superinflación de las suscripciones a journals. En fin.

Si tenemos que seguir los pronósticos, los coches de Ford, según decía Mark Fields en 2015, serían totalmente autónomos desde hace dos años.

Ya que los seres humanos, con nuestra inteligencia, tampoco es que tengamos un track record inmaculado a nuestras espaldas, a lo mejor la IA, si de verdad es inteligencia, y no un trampantojo, no nos viene mal del todo como herramienta.

Recordemos que el peligro siempre está en nosotros, no en las máquinas.

P.D.: este texto se terminó de escribir el 17 de marzo de 2023 y no ha sido redactado por el CHATGPT ni por ninguna otra herramienta de IA. Por las dudas.

Alejandro Fernández Diego

Alejandro Fernández Diego

Licenciado en CC. de la Información (UPSA), diplomado en Publishing (Yale University) y Master en Internet Business (MIB). Es el gerente de Unebook.es y Unebook.pro desde 2014.

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