Jornada laboral infinita: 365 días al año, 7 días a la semana
Burocracia
No hay final… no cerramos la persiana… siempre algo detrás
Ansiedad… estrés … burnout
Se me cae el pelo, duermo fatal, dolores de estómago, gano peso…
No es normal trabajar 10-12 horas al día
Nos lo autoimponemos
Tienes que trabajar en vacaciones, en festivos, incluso divirtiéndote estás pensando en el trabajo
Doctoranda tercer año de FPU
Inseguridad e incertidumbre en la carrera
No sé si podré conseguir llegar a la meta
Te sientes evaluada constantemente
Presión por la excelencia
Acoso laboral, humillaciones públicas, invasión de la intimidad, juicios peyorativos
Doctoranda cuarto año de tesis
Somos sometidas a evaluación constante
Es difícil conciliar la vida familiar con la laboral, sobre todo, si decides ser madre
Entorno hipercompetitivo: tienes que hacer más artículos que los demás, leer, gestionar…
Trabajo infinito… sin cierre
Te comparas continuamente con los compañeros: méritos, méritos, méritos…
Carrera de obstáculos
Más es más: sin límites, si trabajas ocho horas te quedas atrás, si te paras pierdes el paso. Tengo la sensación de perseguir un tren que nunca alcanzo. Hay gente detrás esperando su turno
Dedicación completa
Elegir entre ser investigadora o madre: coste psicológico pues no avanzo al mismo ritmo que las otras personas… ser madre está penalizado
Investigadora posdoctoral
Me siento identificada con todo lo dicho. He pasado por ello
Sentía que no tenía tiempo para formarme
Como profesora tengo que abarcar muchas tareas: docencia, investigación, gestión, presentar la acreditación
Proceso constante de evaluación externa
Bomba de relojería
Profesora titular
Un día me dí cuenta que me acostaba y levantaba siempre pensando en la tesis
Culpabilización constante. Todo el tiempo es insuficiente. No hago todo lo que podría
Te comparas todo el rato
No logro quitarme el trabajo de la cabeza: noches, fines de semana…
Necesité terapia
Presión sistémica
Correos que me escriben a las 3 de la madrugada
¿Qué tal el fin de semana? No he trabajado mucho
¿Y no has trabajado en vacaciones? ¿Será que no tienes vocación?
La vocación es una trampa: si no estoy dispuesto a todo es que no sirvo
Mochila que nunca se vacía
Cultura de la evaluación
Sísifo
Algunas voces del público asistente
Granada, 12 de mayo de 2023. Las que así hablan son cuatro investigadoras adscritas al Centro de Investigación Mente y Cerebro de la Universidad de Granada en unas jornadas organizadas para celebrar su décimo aniversario. Es más que significativo que este evento tan festivo se ocupe de agendar una mesa redonda sobre el bienestar psicológico de los investigadores precedida de otra sobre retos de la carrera del PDI en España: Sistemas de evaluación. Pero es que un runrún recorría el centro desde hacía tiempo; se murmuraba en los laboratorios; se clamaba en los despachos y pasillos sobre la necesidad de hablar de estas cosas en público.
Yo, que había acudido al evento como libre oyente, decidí cual gacetillero dejar constancia con mi bolígrafo y libreta de lo que allí se decía. Notas escritas a vuela pluma, en el mismo orden en que brotaban de la boca de las investigadoras que, aunque expuestas telegráficamente, son fogonazos donde afloran sus anhelos, afanes, zozobras, fatigas, angustias, aflicciones, agobios, desconsuelos, pesares, tribulaciones, sinsabores, sufrimientos y amarguras. La sala estaba abarrotada; la complicidad entre los asistentes se palpaba en el ambiente. Hay que reconocer el valor de las intervinientes por compartir públicamente experiencias tan sentidas. Lo hicieron casi como acto de terapia colectiva. Quedé atónito con lo que escuchaba y me conjuré hacerme eco de los serios problemas de salud mental que aquejan a los jóvenes investigadores que allí emergieron. Sirva este texto de altavoz de sus congojas.
Este clima insalubre que se vive en la universidad española lo habíamos ya detectado en 2019 en una investigación sobre hábitos, prácticas y percepciones sobre comunicación, evaluación y ética de la publicación científica de los profesores universitarios españoles de las áreas Filosofía y Filosofía Moral.
Descubrimos que 9 de cada 10 investigadores consideraban que los sistemas de evaluación y promoción en España estaban afectando al comportamiento ético de los investigadores y que las malas prácticas de publicación estaban muy extendidas. Pero dejemos de nuevo hablar a los profesores, en este caso, de todas las escalas profesionales. Sus testimonios son reveladores:
- Me agobia la falta de expectativas. El haber hecho muchas cosas y que no tenga ninguna garantía… y que esté totalmente expuesta a que no pueda hacer planes más allá de un año en mi vida. Becaria FPU
- Lo que genera ansiedad es que nunca se acaba. La carrera (de obstáculos) nunca se acaba. Contratado Doctor
- Se está generando ansiedad, muchísima. Incluso a nivel profesional, ya no sólo entre los becarios, se está convirtiendo en una causa de abandono del interés por la investigación [...] Se pierde el interés y la motivación por la filosofía [...] Todos nos preguntamos si tiene sentido seguir el juego o habría que abandonar y hacer lo que nos gusta, aunque eso esté fuera de toda promoción posible. Profesor titular
- La gente está ansiosa y lo único que le interesa es publicar en revistas que tengan ciertas condiciones. Catedrático
- La presión que estamos recibiendo por la hiperindexación de la vida académica es asfixiante. No solo en publicación, esto pasa ahora también en docencia y transferencia donde los procedimientos de calidad y la supervisión constante nos han hecho presas de la burocracia. Ayudante doctor
- Nefasto, invivible, esto puede llegar a ser patológico porque cuando a una persona le están pidiendo ser líder de no sé cuántos proyectos de investigación, tener docencia reconocida en no sé cuántos ámbitos, publicaciones en diferentes niveles de impacto, y, además, con las responsabilidades administrativas, innovación pedagógica… se exige todo. [...] Y claro, esto lleva a problemas de salud, ansiedad, a no poder llevar una vida normal. Profesor titular
- Es una cuestión de publicar más, más rápido, no para ser mejor sino simplemente para estar y sobrevivir. Ayudante doctor
- Fragmentar una investigación [...] para que pese más en el currículo académico, repetir una y otra vez el mismo tema con muy pequeñas variantes, publicar diez veces lo mismo en diez sitios diferentes. Profesor titular
- Cuando yo empecé con la tesis, ya en la escuela de doctorado básicamente nos metieron el miedo en el cuerpo sobre entrar en el juego a tope, yo creo que desde el principio ya he ido haciendo cosas pensando en eso. Es decir, todo lo que he hecho ha sido pensando en acreditarme. Pero no tienes la garantía de que vayan a ser siempre los mismos criterios. Esto de estar siempre con la sensación de lo que estoy haciendo ¿me servirá? ¿estoy malgastando el tiempo? al final hace que dejes de disfrutar de tu trabajo para que sea una pesadilla constante. Ayudante doctor
- Ellos (los jóvenes) están más pendientes de dónde pueden publicar y cómo pueden promocionar curricularmente que del desarrollo de su tesis doctoral [...] Yo no puedo culpar a un doctorando mío de esta actitud cuando realmente se queda en la calle si no va por ese camino o funciona de esa manera. Esto es nefasto para la investigación. Profesor titular
- Promocionar no me lo he planteado, lo tengo descartado ya de entrada [...] Esa sensación de que hay algo externo, ese superyó que está todo el rato diciéndote lo que tienes que hacer y no te deja disfrutar de otra manera. Profesor titular
- A la gente le da igual ver su trabajo publicado o no, lo que quiere es el certificado de publicación. Esto me deprime muchísimo. Porque se está viendo que lo importante no es que el trabajo llegue a alguna parte, sino tener el certificado con el sello para que el currículo de diseño tenga otra medalla. Catedrático
- Hay como un estrés. Y eso es una cosa curiosa porque hoy en día existe el filósofo estresado. Profesor titular
En fin, la imagen de un profesor universitario de humanidades paralizado por el estrés e incapaz de disfrutar de la docencia y de la investigación se aleja de la visión romántica que suele proyectarse de esta profesión. ¿Cabe pensar que un filósofo esté estresado? No cabe imaginar un oxímoron más perverso.
Estas mismas sensaciones manifestaban profesores universitarios de comunicación encuestados en 2017. Casi el 90% de ellos sentían ansiedad y estrés por la presión por publicar y afirmaban que la principal motivación para publicar es incrementar la reputación profesional.
Un alto grado de acuerdo exhiben los profesores de nueve universidades públicas de Andalucía acerca del impacto en sus vidas de los criterios de evaluación para la acreditación o sexenios. No sólo confiesan que estos criterios determinan la forma en que dirigen su actividad académica, perjudicando su actividad docente, e incentivando su volumen de producción, sino que influyen decisivamente en su actividad profesional y personal. El 80% declara sacrificar aspectos de su vida personal (familia, ocio, tiempo libre) para satisfacer las exigencias de su actividad académica; el 70% señala que trabajar para cumplir los criterios de evaluación afecta negativamente a su salud: (estrés, ansiedad...) y que la competitividad en términos de producción científica le provoca malestar o frustración personal.
En parecidos términos a lo ya expuesto se manifiestan varios de los 24 académicos del área de educación entrevistados en 2019. Sus testimonios son perturbadores:
- He vivido ansiedad –yo creo–, por no ser yo. Yo empecé aquí sabiendo que tengo que leer. Tengo que leer, tengo que leer, tengo que escribir, tengo que escribir. Entonces eso, ni me permite leer, porque cuando leo no puedo escribir, ni me permite escribir porque cuando escribo siento la necesidad de leer. Doctorando tercer año
- La ansiedad, la despersonalización, el escribir por escribir; por la presión. Y sobre todo de escribir no disfrutando de la escritura, y por consiguiente no disfrutando de la lectura, sino sufriendo con esos procesos. Ayudante doctor
- He experimentado mareos, he tenido dolor en el pecho, sensaciones de angustia, de...pfff. Me ha cambiado la actitud [...] He experimentado vértigos. Cuando estoy con un proceso de vértigos que no puedo levantarme por los mareos que sufro, tengo que ir constantemente al médico. Cuando esos mareos ya no responden a proceso de vértigos, sino que hay palpitaciones, taquicardias, sensaciones de desmayo. Doctorando tercer año
- Yo trabajo sin parar para entrar con una plaza de ayudante, una vez estás dentro, ya leeré y haré las cosas distintas. Mientras, tengo que producir y producir. Tú no sabes cómo está el departamento, los que entran. Doctorando segundo año
- Si algún compañero o compañera me propone un trabajo publicable, yo digo que sí, más de una vez no sé nada de la temática. Siempre puedo aportar sobre la metodología o hacer una revisión sistemática de la literatura. Doctorando cuarto año
- Nosotros trabajamos cuatro. Cada uno hace un artículo y ponemos el nombre de los cuatro en cada paper. Ayudante doctor
- La Universidad te engaña. Me pilló el cambio de las acreditaciones. Me tuve que dedicar a hacer artículos, en vez de libros, los mejores años de mi vida. No pude ver cómo mis hijos crecían por la acreditación y la titularidad. [...] No hay nada de lo que más me arrepienta. Te digo esto porque te aprecio y eres joven. Tú eres un intelectual, pero tienes que vivir. Luego pasarán los años y cuando mires atrás te arrepentirás, como me pasó a mí. Profesor titular
Pero especialmente espeluznante es la historia de los comienzos académicos de Margarita, nombre ficticio de una profesora e investigadora de 31 años. Así habla:
- Te das cuenta de que esto se ha convertido en una carrera para ver quién tiene el mayor CV, bueno, para ver quién tiene más artículos. Porque si no lo haces, no podrás acreditarte y no podrás conseguir plazas. Y esto genera mucha presión. Entonces, a veces, me olvidaba por completo de mi tesis para poder publicar lo más posible, fuera del tema que fuera. Como resultado, tanto la investigación como la docencia se vieron afectadas.
- Esa necesidad de publicar para quedarse hace que empieces a bajar la calidad de tus artículos o empieces a desarrollar prácticas de las que no te sientes orgulloso: malas prácticas de autoría, falsificar algunos datos o incluso pagar por publicar. ¿Pero qué más haría? ¿Cómo sobreviviría?
- La universidad se ha convertido en una competición; Ya no hay reflexión, ni discusión, ni escritura de calidad. Ahora el objetivo es el JCR; los estudiantes ni siquiera entran en la ecuación. Incluso estuve en una reunión de proyecto y la conversación se centró en organizarnos para publicar tanto como fuera posible. Y no os voy a mentir, todo esto ha hecho que últimamente esté pensando cada vez más en dejarlo, buscar algo alternativo fuera de aquí.
- Hace mucho tiempo que no duermo bien; No descanso. Y en ese momento estaba trabajando todo el día y mi cabeza daba vueltas Debido al estrés, me colocaron un aparato ortopédico; mi mandíbula y mis dientes estaban siendo afectados. Y bueno: problemas con la regla, caída del cabello, llagas… en definitiva, un panorama
- Lo peor con diferencia es la culpa constante por no estar en el trabajo o escribir artículos todo el tiempo. A veces salí a cenar y me sentí culpable por no trabajar. O me he sentado a ver una película, y esa sensación me ha hecho parar y empezar a escribir. E incluso una vez tuve una situación familiar complicada y no estaba rindiendo, pero igual me sentía mal, muy mal. Todavía me siento así hoy
- Me estoy haciendo mayor y al final seré una madre anciana, si es que puedo serlo. Siempre he pensado cuándo sería el mejor momento para tener un hijo. A veces me decía, "cuando termine el doctorado", otras, "cuando tengas un puesto de asistente", y otras, "no, sería mejor cuando seas profesor titular". Te das cuenta de que lo pospones porque tienes miedo del tiempo que te quitará. Sí, tendré mis meses libres en el trabajo, pero entonces, ¿quién escribe tres artículos al mes cuando tienes un bebé que no te deja dormir? Llevo mucho tiempo pensando en ello: ¿cuándo es el momento adecuado?
La penetración de esta cultura enfermiza por publicar lo que sea y como sea a cualquier precio se manifiesta tempranamente en la más tierna infancia académica: en los estudios de Máster y Doctorado. A partir de encuestas realizadas en distintos programas de posgrado en los que participo he encontrado que el 72% de los 714 estudiantes que han respondido consideraban que existe presión por publicar artículos científicos. El porcentaje ascendía al 97% en el caso de profesores que asisten a cursos de evaluación científica.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué es lo que estamos haciendo con nuestros jóvenes profesores e investigadores? ¿Qué universidad estamos construyendo? ¿Sobre qué principios se asienta?
Una mejor universidad no es aquella que deslumbra en los rankings de universidades basados en números de publicaciones y citaciones que producen profesores estabulados en granjas ponedoras de artículos y citas, sino aquella que es capaz de fomentar ambientes íntegros, saludables, amigables, sosegados, propiciatorios para la creatividad, el riesgo y el pensamiento crítico.
En fin, es hora no sólo de reflexionar sobre el mundo académico que queremos sino de tomar medidas para cambiarlo. Es cuestión de supervivencia: seamos, pues, realistas y pidamos lo que es posible.
BIBLIOGRAFÍA
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