¿Para qué necesitamos una editorial universitaria?

16/11/2021Alejandro Fernández Diego

Este artículo fue publicado en el especial que la revista Publishers Weekly dedicó a la edición universitaria con motivo de la Feria del Libro de Madrid. Por su interés, lo reproducimos en esta bitácora con el fin de que contribuya a reflexionar sobre la necesidad de apoyar a la edición universitaria española e iberoamericana.

¿Para qué necesitamos una editorial universitaria?
Foto de Christian Wiediger on Unsplash

Repasando las primeras portadas de este PW en español, observo que los temas de apertura han sido los siguientes: Jorge Herralde (Anagrama), Javier Cercas, el grupo Contexto, Nuria Cabutí (PRDH), los audiolibros…

Han tenido que pasar varios meses y unos cuantos números para que alguien se acuerde de la edición universitaria, ¡por fin! ¡Ya estamos aquí!

Bromas aparte, lo cierto es que es un placer que PW dedique páginas a la edición académica. Por lo general los editores universitarios tienen asumido que la producción académica no ocupa digamos el top of mind en la lista de deseos del lector medio español. El oligopolio del trade es lo que es, a fin de cuentas.

Sin embargo, desde este ecosistema independiente en el que trabajan los editores académicos, universitarios o institucionales, descubrimos que su tarea, realizada a la sombra de los grandes focos, es central para la vertebración no solo de este sector sino de nuestra sociedad.

Una de las razones para esta afirmación es que, en muchos casos, estos sellos editoriales tienen la libertad de publicar lo que no tiene cabida en otros ámbitos. El ejemplo más icónico de ello es el de La conjura de los necios [1], novela publicada póstumamente en 1980, tras infinitos rechazos, en la pequeña editorial de la Lousiana State University Press, que inmediatamente después obtuvo el Pulitzer y que es considerada una de las novelas más destacadas del siglo XX.    

Por supuesto a día de hoy también nos encontramos con multitud de ejemplos de lo anterior. Merece la pena destacarse, por ejemplo, que el editor norteamericano de Marysé Conde sea la University of Virginia Press [2] (aquí editada por Impedimenta), que Andrés Gomberoff [3], antes de convertirse en un popular divulgador, publicara su primer éxito con la Universidade de Santiago de Compostela; que El capital de Thomas Piketty fuera publicado por Harvard University Press en inglés y por el Fondo de Cultura Económica en español (que fue el primer editor de obras como Pedro Páramo o La región más transparente); que la monumental obra completa de Chaves Nogales, recientemente editada por Libros del Asteroide, se construyera a partir del gigantesco trabajo ya publicado por el Centro de Estudios Andaluces y la Diputación de Sevilla (con quien lo coedita); o que las Obras Completas de Azaña, antes de salir en Taurus, fueran lujosamente editadas por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales; por no hablar de que Tony Judt comenzara a publicar en la University of Chicago Press su premonitorio The burden of Responsibility [4], y que también tuviera obra publicada en la NYU Press antes de convertirse en un best-seller por el visionario Ill fares the land [5] en 2010; o de la obra universal La galaxia Gutenberg de Marshall MacLuhan, publicada por Toronto University Press en 1962 y que ha sido editada en gallego, con prólogo de Darío Villanueva, por la Universidade de Santiago de Compostela. 

Creo que la idea queda clara.

El futuro a medio plazo

Pese a todo, nunca han desaparecido las reservas a poner en valor la misión de las editoriales universitarias. “¿Para qué necesitamos una editorial universitaria?” le preguntaba el Rector de su universidad a uno de los directores editoriales más notables en España hace un par de años.

Como cualquier otra actividad humana en estos días, la edición académica tiene los pies hundidos en un contexto “líquido” de grandes cambios, de amenazas y, por qué no decirlo, también de oportunidades. Desde el punto de vista de la financiación, la experiencia reciente de la crisis de 2008 nos hace pensar que algunos departamentos de edición institucional se verán cuestionados (ojalá que no) cuando comiencen a llegar los recortes (crucemos los dedos) a las instituciones públicas. Nuestros colegas hispanoamericanos ya nos han reportado alguna tendencia en esta dirección.

Por este motivo es crucial la labor de las asociaciones nacionales de editores universitarios como UNE (España), ASEUC (Colombia), REUN y REUP (Argentina), REUDE (Ecuador), Red Altexto (México), SEDUCA (Centroamérica), EDUPUC (Costa Rica) o la nueva EU Perú. Es únicamente a través de estas redes donde los grupos de editores son capaces no solo de compartir experiencias sino de agregar conjuntamente los esfuerzos individuales de cada editorial y ponerlos en valor frente al público, los lectores, la academia y las entidades evaluadoras.

Estas asociaciones desempeñan una tarea extremadamente voluntariosa y solidaria, en las que observamos a editores grandes como UNAM, CSIC o EUDEBA trabajando codo con codo con editoriales de menor producción para lograr juntos objetivos comunes.

Bibliodiversidad y retos para el futuro

Es precisamente este espíritu de trabajo lo que al final termina expresado en una producción editorial que destaca por su bibliodiversidad. La cual es, a fin de cuentas, y junto a la calidad y la revisión por pares, su principal propuesta de valor. Creo sinceramente que esa edición sin complejos, desprejuiciada, es una de las características centrales de las editoriales universitarias.

Como es sabido, una editorial universitaria se construye al amparo de una institución que genera contenidos y que, consecuentemente, necesita un canal para difundirlos. Si además dicho canal se riega y se mantiene hasta convertirlo en lo más parecido a un Oxford University Press, está claro que la inversión retorna con un valor reputacional altísimo para la institución.

Al menos esta es la teoría.

Sin embargo, la voracidad (legítima, por otra parte) de los grandes grupos editoriales y los actuales mandatos europeos sobre el acceso abierto están contribuyendo de forma indirecta a alimentar la falsa percepción de quizá no sea tan necesario contar con una editorial universitaria “si ya hay otros fuera haciendo ese trabajo”.

Lamentablemente, caer en esa falacia sería como pensar que ya no se necesitan librerías ahora que tenemos a Amazon. Se trata precisamente de todo lo contrario.

Conclusión

En Not by genes alone [6], los autores aplicaban varios modelos matemáticos para estudiar la efectividad de la imitación en la transmisión cultural. Y llegaban a la conclusión de que la imitación como método depende del coste del aprendizaje individual y de la variabilidad existente en el ecosistema.

Opino por tanto en lo conveniente que es conservar y proteger a toda costa este ecosistema, delicado y vibrante, que se está construyendo entre todas las redes de editoriales latinoamericanas. Y alimentar la inercia positiva que genera este trabajo colectivo.

[1] MacLauchlin, Cory, Una mariposa en la máquina de escribir. La vida trágica de J. K. Toole y la extraordinaria historia de «La conjura de los necios», Anagrama, Barcelona, 2015.

[2] Conde, Marysé, The Belle Créole, University of Virginia Press, Virginia, 2020.

[3] Gomberoff, Andrés; Edelstein, José, Antimateria, magia y poesía, Universidade de Santiago de Compostela, Santiago, 2014.

[4] Judt, Tony, El peso de la responsabilidad, Taurus, Madrid, 2014.

[5] Judt, Tony, Ill fares the land, Penguin, NY, 2010. [En español: Algo va mal, Taurus, Madrid 2011].

[6] Richerson, Peter; Boyd, Robert, Not by genes alone, University of Chicago Press, Chicago, 2005.

Este artículo fue publicado en el Nº 16 de la revista Publishers Weekly, el 16 de septiembre de 2021. Si lo desea, puede leer el artículo original

Alejandro Fernández Diego

Alejandro Fernández Diego

Licenciado en CC. de la Información (UPSA), diplomado en Publishing (Yale University) y Master en Internet Business (MIB). Es el gerente de Unebook.es y Unebook.pro desde 2014.

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